PETROGLIFOS
PEDRA DAS CAZOLETAS
ARDAN
MARÍN
MARÍN
En el territorio gallego conocemos al menos tres periodos con arte rupestre al aire libre: Neolítico (IV y III milenios a.C.), Edad del Bronce (II milenio) y Edad del Hierro (I milenio a.C. hasta el s. III d.C.).
En Galicia son los petroglifos la forma en la que aparece el arte rupestre. Los petroglifos más antiguos pertenecen al Neolítico y se asocian al mundo de los dólmenes, también existen grabados pertenecientes a la Edad del Hierro, pero sin duda los más conocidos son los de la Edad del Bronce.
Se localizan en peñascos y piedras graníticas, presentan un surco muy erosionado y, en ocasiones, difícil de observar. Existen dos tipos de diseños: figurativos, que son aquellos que es posible saber qué representan, como por ejemplo los ciervos, los caballos, figuras humanas y armas; y los abstractos, aquellos que no sabemos qué representan, como son las combinaciones circulares.
Los petroglifos no reflejan la vida cotidiana de las personas que los grabaron. Las comunidades de la Edad del Bronce practicaban la agricultura y la ganadería como base subsistencial. Pero en los grabados no aparecen estas actividades, los únicos temas representados son los relacionados con la caza y la guerra. Los petroglifos nos hablan de aquellas actividades que, posiblemente, la sociedad de la Edad del Bronce consideraba más prestigiosas: la guerra y la caza.
En las escenas cinegéticas el único animal cazado es el ciervo, esto puede estar relacionado con la importancia simbólica que este animal debía de poseer.
En el mundo imaginario de estas comunidades la caza parece ser algo más que una función meramente lúdica o suministradora de alimento. Cuando observamos una escena de caza en un petroglifo estamos contemplando una actividad de fuerte contenido ritual y posiblemente iniciática. Los conjuntos de petroglifos se sitúan en las laderas de las sierras, en ocasiones se encuentran rodeando brañas y cubetas así como en las líneas de tránsito que comunican estas zonas con los lugares donde se encuentran los poblados.
La gente de la Edad del Bronce vivía en los llanos de la sierra y en áreas inmediatas a la costa. Los grabados se sitúan fuera de los poblados. Si observamos la distribución de petroglifos podemos comprobar que con frecuencia se disponen rodeando las sierras, como demarcando un territorio. Si a esto añadimos que los grabados presentan variaciones estilísticas por comarcas, esto nos puede llevar a plantear que pudiesen funcionar como delimitadores territoriales. En las sociedades prehistóricas el arte siempre estuvo relacionado con actividades de carácter ritual y religioso, es decir, que además de servir como marca territorial, los petroglifos pudieron funcionar como lugares de agregación de guerreros y como indicadores de sitios con una especial carga simbólica.
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XOAN ARCO DA VELLA
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