domingo, 7 de octubre de 2012

A SANTA COMPAÑA


A SANTA COMPAÑA




     De noche en las oscuras "corredoiras" gallegas (caminos) puedes tener un mal encuentro.


      La Santa Compaña es una de las tradiciones más arraigadas en el rural gallego. 



      Está formada generalmente por dos hileras de ánimas envueltas en sudarios. Cada alma porta una luz. Se dice que sus manos son frías y que llevan los pies descalzos. Al frente un espectro de mayor tamaño: "la Estadea". 



     Sólo son visibles para algunas personas con una sensibilidad especial. Lo normal es un intenso olor a cera y una tenue brisa que delatan a la procesión de espectros. 


      Algunas veces llevan un ataud en el que va algún familiar de la aterrorizada persona que está contemplando tan lúgubre cortejo. 

 

      Otras veces, la persona que se encuentra con la Santa Compaña, es obligada a seguirla con una cruz al hombro y/o un cubo de agua bendita y esa será su condena sino encuentra a otra persona a quien pasar digamos "el relevo" y quedar así libre. De lo contrario irá enfermando y padeciendo gradualmente hasta morir. 



      Así y todo hay unos lugares especiales donde es más fácil encontrarse con esta fantasmagórica comitiva: cruces de caminos en los que hay cruceiros, cementerios, y puntos geográficos que tienen similitudes en cuanto a orografía y vegetación. 





     Os transcribo un par de "testimonios" que encontré en internet:  


     1º.- El doctor Pereira que regresaba a casa al filo de las dos de la madrugada tras atender un parto difícil en una aldea vecina. Al doblar un recodo del camino se encontró con «La Compaña».


     Era un grupo de unas ocho tétricas figuras vestidas de blanco y cubiertas con sendas capuchas comandado por un pálido individuo que portaba una gran cruz de madera. La fantasmal comitiva se movía en el más absoluto silencio, mientras un fuerte olor a cera quemada lo inundaba todo. 


     De repente, el grupo se detuvo frente a la casa de Manolo, el de la ferretería. El pánico dominó al doctor Pereira que salió disparado, como alma que lleva el diablo, para refugiarse en su vivienda, al otro lado del pueblo. Atrás quedaba el «mito imposible» que había visto con sus propios ojos: «La Santa Compaña».

Cuatro días después Manolo el ferretero moría de un infarto en la tasca del pueblo...




     2º.- En la localidad pontevedresa de Marín, existe otro caso, el de Charo Santiago:


     «Yo regresaba a casa después del trabajo. Aquella noche había salido un poco más tarde porque teníamos tarea atrasada. Salí de la carretera principal de Marín por el atajo que tomaba siempre que tenía prisa... 


     Entonces los ví. Eran unos diez. Vestían todos de blanco y algunos llevaban luces, velas o candiles. Estaban parados delante de la casa de Mari Carmen, una vecina que conozco hacía años. 


     Yo me asusté mucho y eché a correr hasta llegar a casa. No lo comenté con nadie hasta que dos días después esta vecina moría de repente, de no se qué enfermedad rara...». 


XOAN ARCO DA VELLA

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