miércoles, 10 de octubre de 2012

MONASTERIO DE ACIVEIRO - FORCAREI

MONASTERIO DE ACIVEIRO
FORCAREI





     En el año 1.135 el rey niño, Alfonso VII, concede las donaciones y privilegios necesarios para la construcción de este monasterio. 



     Este dato queda atestiguado por la inscripción fundacional que podemos ver en la pared de la iglesia que da al claustro: “Era millesima centesima septuagesima tercia cuarto nonas Februarii factum est. In primo duodecim frates veneratum in hoc loco nobilisimo ipse tenens centum sex monachi sub regula Santi Benedicti” que, traducido al castellano, dice: Era de 1.173 (año 1.135) se hizo (el monasterio) el dos de febrero. En principio llegaron a este noblisimo lugar doce venerables frailes tiene (en la actualidad) 106 monjes bajo la regla de San Benito.


     El cenobio pasa a la Orden cisterciense entre los años 1.160 y 1.170 alcanzando en poco tiempo gran renombre y prestigio. Son años de continuos enfrentamientos entre la nobleza laica y eclesiástica por los privilegios, rentas y foros de sus propiedades que, en este caso, se materializan en los conflictos y disputas de los abades de Aciveiro y los jueces-merinos de la Torre de Castro de Montes. 



     Estos se redimirán a favor del monacato en el año 1.202 cuando el rey Alfonso VIII exime de toda clase de tributos a los vasallos del monasterio. En la primera mitad del siglo XV acogió entre sus muros el Colegio de Teología Moral. Dos incendios serán la causa de grandes pérdidas para la comunidad monástica. El primero de ellos, a mediados del siglo XVII, destruyo toda el ala oeste, la de la Hospedería. 



     El segundo en 1.809 fue obra de la barbarie destructora de las tropas francesas ampliamente respondida por las guerrillas organizadas entre los vecinos de Montes. 

 

     En este último se perdieron todos los documentos de la biblioteca salvo el Tumbo Grande que se puso a salvo en el pazo de Hermosende. De este incendio nunca se llego a recuperar el monasterio y llega a 1.835 en estado ruinoso.



     Comenzamos la visita de este buen exponente del románico tardío desde la plaza del atrio de la iglesia. En este caso no se conserva el clásico arco de entrada al recinto monacal. Como siempre tenemos la fachada del templo haciendo ángulo recto con la fachada del recinto monacal. 



     La evolución constructiva del conjunto es similar a la de otros cenobios del Cister: origen románico que se conserva en el templo, fachada del mismo reconstruida en estilo barroco y claustro de estilo renacentista, clara consecuencia de los altibajos en la historia de la Orden.


     La fachada barroca destaca por la sencillez y sobriedad propia de las construcciones de los monjes blancos. Hasta la primera mitad del siglo XX, la portada contaba con un porche como atestigua la foto que ilustra la guía que se facilita en recepción. Esta portada, de arco de medio punto, presenta semipilastras acanaladas a cada lado que soportan un frontón triangular con pináculos en los vértices laterales y una imagen, del siglo XV, de la Virgen con el Niño en el central.
 


     Sobre todo ello se abre una ventana cuadrangular y se remata en el cumio con piñón y cruz. A nuestra izquierda vemos otra ventana cuadrangular que ilumina la nave lateral. Completa la austera fachada la espadaña con dos alturas y arcos peraltados, dos en el tramo inferior y uno en el superior, rematados con pináculos en los extremos.



     Antes de pasar a la visita guiada por el interior, visitaremos el exterior del templo en el que podemos apreciar interesantes elementos constructivos. Para ello tenemos que pasar por el cementerio adosado al lateral norte de la iglesia. Aquí podemos contemplar los robustos contrafuertes y la singular puerta norte tapiada desde hace años por la saturación del cementerio. Esta puerta presenta una curiosa ornamentación en los tres arcos que la rodean: la primera, motivos ajedrezados, la segunda, rosetones y la tercera, óvalos encadenados. Los arcos a su vez se apoyan en columnas, una de ellas salomónica, con capiteles arcaicos en comparación con los del resto de la construcción. 


     Bajando al prado posterior podemos tener una perfecta perspectiva de los ábsides y de la fachada oriental del cenobio. El ábside central presenta planta octogonal y los laterales circular con desfase hacia el exterior. La iluminación se aseguraba con ventanas de arco de medio punto en cada uno de los cinco lados del ábside mayor, hoy las tres centrales tapiadas, y óculo sobre ventana de arco de medio punto en los laterales. Los canzorriños son de ornamentación geométrica simple y presenta rosetones bajo la cornisa.


     Nos dirigimos ahora al punto de información turística donde organizan visitas guiadas cada media hora. Aquí nos facilitan información del monasterio y de otros lugares de interés del municipio de Forcarei. Empezamos la visita por el patio de la hospedería donde hay actualmente un obradoiro con varias actividades y algunos recintos de la Diputación de Pontevedra. También nos informan sobre la ampliación del recinto hotelero que ocupa ya todas las dependencias del conjunto. 



     El primer edificio, después de la recepción, corresponde a la casa rectoral. A partir de las escaleras comienzan las dependencias monacales propiamente dichas. Algunas de estas han sido restauradas de forma poco afortunada como es el caso de la sala capitular y el scriptorium. Otras como el refectorio, las caballerizas y la cocina han tenido mejor suerte y conservan su estructura y bóvedas originales. En el caso de las caballerizas incluso se ha puesto un suelo transparente para preservar y poder ver el original.



      Otro de los elementos característicos de este monasterio es el claustro, cerrado y carente de ornamentación. Presenta dos plantas con cinco vanos en cada lado. En cada uno de los vanos se abren ventanas rectangulares divididas en dos. Las ventanas de la planta baja están en bajo relieve y las de la planta superior presentan un marco resaltado. 



     Las dos plantas se dividen por una cornisa sencilla y los vanos por semipilastras apoyadas en basas rectangulares. El techo de la planta baja es de artesonado simple de madera. En el corredor sur podemos ver una interesante colección de casullas, lapidas y otras piezas ornamentales. En el de la parte norte, parcialmente en ruinas, podemos ver las inscripciones correspondientes a la fundación y al paso a la congregación cisterciense.


     Por último, y a través de la sacristía, visitaremos la iglesia, la única construcción que mantiene su construcción románica compostelana. Este recinto dispone de bóveda de arista rematada en arcos que se apoyan en pequeñas mensuras en los vértices. También dispone de una interesante portada que da paso al templo. La iglesia presenta planta basilical con tres naves que se corresponden con los tres ábsides. Las tres naves se articulan en cinco tramos y están separados por intercolumnios de arcos de medio punto sobre robustos pilares cruciformes. La base de estos pilares esta oculta por un recrecimiento del suelo del que se puede apreciar su nivel original en los ábsides laterales. 



     La robustez de la construcción hace pensar en un proyecto de bóveda pétrea de cobertura que acabó en artesonado de madera apoyado en el falso triforio. Este es otro de los elementos típicamente compostelanos y que relacionan el estilo de este templo con los ourensanos de Xunqueira de Ambía y de Aguasantas. La sencillez constructiva del exterior contrasta con la variada y espectacular decoración de los capiteles del interior. Así, podemos ver leones, pelícanos, figuras antropomórficas, hojas de acanto y entrelazados en los capiteles. Las bóvedas de los ábsides son otro de los elementos profusamente elaborados con bóvedas nervadas y rosetones en las claves en la central. Es importante destacar la poca iluminación interior de este tipo de iglesias.


     Como elementos a destacar en el interior del templo tenemos en el altar mayor un retablo de tres cuerpo atribuido a Miguel Romay y que es la causa del tapiado de las ventanas del ábside central. Otro elemento único de Aciveiro es una especie de badalquino, altar o retablo que representa la última cena con trece apóstoles que se chupan los dedos y un perro que espera que caiga alguna cosa. También podemos ver al fondo dos antiguos féretros. Uno de ellos atribuido a San Gonzalo das Penas y el segundo el de don Pedro Martínez de Sotomayor.


     Aciveiro esta entre Forcarei y Lalín en la PO 200. Es fácil llegar desde Cerdedo si venimos de Pontevedra, desde Lalín si procedemos de Ourense o Lugo, o desde Silleda si accedemos desde el norte. Esta visita se complementa con interesante rutas de senderismo e importantes restos arqueológicos del neolítico y de la cultura castreña que iremos visitando mas adelante.




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XOAN ARCO DA VELLA

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